Como poder olvidar di desde aquel momento todo cambio, entro el sentido a la tan peculiar palabrita “vida”, cuando cerraba sus ojos, le invadía una sensación de algo inexplicable, tal vez alegría, volvía a la vida, su mundo se reducía, a sólo ella y él. En aquella tarde de invierno cautivo, cuando lloviznaba levemente en el parque, en compañía de sus amigos, no podía entender el porqué de ese sentimiento, de sentirse sólo, melancólico, como si estuviera sumergido.
La botella que contenía una sustancia adormecedora, giraba alrededor de los presentes, poseído por aquella sustancia y cautivo de su mecanismo, la noción del tiempo se le había ido, como si importara. Pero de repente sucedió, era difícil de explicar, como aquella delicada mano al rozar su hombro, pudo transformar en un instante la vida, de aquella tormenta que nunca dejaría de césar de pronto pudo calmo, esos dulces labios rosados penetraban en lo profundo de su ser, convirtiendo todo a su paso en una infinita paz, sus cabellos desprendían un aroma de vida, sus gestos tan curiosos y tan dulces hipnotizaban, sus suaves manos era de una criatura divina.
De pronto se acerco junto con otras dos tiernos ángeles hacia su buen amigo de la infancia, Mathias, al parecer ellos debían de haberse conocido mucho antes, como nunca se había dado cuenta de la existencia de aquellos rosados labios. Al alejarse podía sentir que todo de nuevo volvia a esa oscuridad, pero algo era distinto, la luz de la vida se manifestó y palpitaba muy fuertemente en su interior, esa noche no iba a poder dormir.
Al amanecer, no pudo esperar, pues no había tiempo que perder, del duchazo a vestirse, de vestirse a la puerta y de la puerta a Matías, su energía se incrementaba a cada paso que daba. Al llegar a la casa de Matías, él se encontraba sentado en la acera acompañado de una de las chicas que estuvieron escoltando a los rosados labios, les salude y me presento.
Valeria, era de la personas que entregan su vida por un ser querido, en su mirada se podía observar la habilidad inigualable de su conocimiento intelectual y los colores de la vida, gracias a ella y Matías pudo llegar a los rosados labios, Mariana.
Paso el tiempo los cuatro amigos se encontraban cada tarde que podían para salir a disfrutar del dia y su amistad, cada uno de ellos se necesitaban unos a los otros, el tiempo se les iba de las manos, con el cual Andrés no podía dejar de mirar a Mariana, de confesarle su adicción de aquella sonrisa tan tierna, de aquel sentimiento que le atormentaba cada segundo de su vida y terminar con el martirio, el día indicado se acercaba, no existiría otro, el día en que la madre de Mariana trajo al mundo a una tierna criatura para iluminar la vida de un desdichado ser, el día de su cumpleaños, él esperaba con ansiedad.
Cada segundo que paso fue mortal e increíble, como poder resistir tanto tiempo en espera, eso es mortal, todo estaba planeado, nada podía impedir que Andrés confiese el sentimiento tan extraño que existe en el universo, sólo podía ser amor. Antes de ello pasaría por Valeria, tendría que pedir permiso para encontrase con Mariana y Matías.
Cuando estaban yendo a la casa de Matías, Valeria se le acerco a Andrés, tomándole por el brazo y acechando su cabeza hacia su hombro con suma delicadeza, al frente de la casa de Matías, se pudo escuchar la voz temblorosa que emitían de los labios de Valeria pronunciar:
- Me gustas…-
Andrés quedo petrificado ante tal revelación, no había podido equivocarse, pues lo escucho bien, no supo que decir, se detuvo y la tomo por los brazos, observando su ojos del color de la vida, acaricio su cabello, y no pudo respirar al observar que detrás de Valeria, se encontraba la mujer que le daba el sentido de la vida, los rosados labios besando a su buen amigo Matías.
Él nunca llego a ese parque que fue escenario del cruel destino, y nunca mas toco la puerta de Matías, desde el momento que no pudo dejar de correr escapando de la realidad que le azotaba, necesitaba negar fantasía de la realidad, porque ten han dado la vida si luego te la arrebatan.
Valeria nunca olvidara el rostro de Andrés con aquella mirada, con aquella lagrima cristalina, que quemaba su ser, sabía muy bien lo que se significaba, sólo una palabra, amor, amor por Mariana.
Ya había pasado dos estaciones, Andrés aun no asimilaba su realidad, pero tenía que continuar, era desgarrador, sin poder volver a verla, sin poder volver a reír, sin volver a la vida, hay cosas en el mundo que las cuales son difíciles de entender, pero Valeria necesitaba una explicación, no podía ser tan cruel, el que había experimentado el amor no entendido. Valeria le prometió que nunca le abandonaría, estaría ahí en el momento que le necesite, que a pesar de su decisión nunca le podría olvidar, que daría su vida por él, que ella entendía que la necesidad de estar solo. Pero Andrés entendió una cosa, que la vida no sólo es ella, también es Valeria, es Matías, es el parque, también es él.
lunes, 25 de abril de 2011
sábado, 23 de abril de 2011
La RAM Por Josè Antonio Saenz
No tenemos! ¡NO Hay! ¡No podemos! Escucho esas palabras del grupo más variopinto de Cajamarca y me resultan desalentadoras. Sólo estoy buscando una memoria DDR2 potente como un toro y ágil como una lagartija y saber si es posible entregarles una memoria mucho más ágil, quizás tanto como un quinde, a cambio; dentro de mi bolsillo la diminuta cajita de plástico juguetea con mis dedos mientras platico con la jungla de vendedores de computadoras y accesorios al rededor de la plaza que viera morir a Atahualpa. Luego de cada negativa salgo con la cabeza ligeramente inclinada hacia el suelo.
Cuando me encontraba en la ciudad de flores y mujeres primaverales, el hombre que me la vendió me repetía: “Si tu máquina no la soporta, quizás porque es muy traviesa entonces la traes de vuelta”. Habría sido bueno para mí, conocer si mi máquina soportaba a esta pequeña pero eso al principio no importaba mucho pues, de una u otra manera, esta pequeña representaba la oferta más económica y atractiva, cómo rechazarla y dejar que otros la aprovechen en mi lugar; su familia son las DDR2 y basta con eso. Luego de comprarla aunque con algo de incertidumbre, mi mente me dijo al oído, “el pasaje para regresar a Cajamarca está para el domingo por la noche” y debo confesar, esa frase me dio tranquilidad, tranquilidad que unos minutos luego se alteró por un conocido sonidito, el timbre sicodélico que acompañaba el nombre de mi hermano sobre la minúscula pantalla de mi celular: Aló Dome- Aló chato, ¿en qué andas?- Aquí tranqui comprando una RAM para la desmemoriada- Ahh, ¿será de la familia de las DDR2?- Sí claro- Y ¿sabes qué tan ágil es? No olvides que a esa vieja gruñona no le gustan las pequeñas traviesas- Mmh, no, no lo había pensado.
El domingo en la noche mientras oía el sonido de ese motor de cuatrocientos caballos, mis dudas vagaban en la atmósfera congestionada y el sueño no me visitaba, lo peor vino en la mañana cuando descubrí que la vieja gruñona no la soportaba así que voy por las calles cajamarquinas salpicadas de lluvia de un cielo artístico y la idea de haber hecho una compra equivocada casi, casi me atormenta. Ella juguetea en mi bolsillo distrayendo mis falanges, quizá le dan alguna seguridad contra los pirañas. Mi madre intentó ayudarme y es por sugerencia suya que debo ahora humillarme frente a estos cavernícolas, busco tienda por tienda y en todas ellas lo mismo, ¡no tenemos! Si mi pregunta es ¿tienen una RAM veloz como una lagartija? Y ¡No se puede! Si, tratándose de una tienda donde sí tienen, les propongo cambiar la mía veloz como un quinde.- Señor, no le pido a su hija en matrimonio, sólo una pequeña memoria RAM ¿Por qué tanta negativa?-
En la cultura Caxamarca siempre todos podemos jugar a ser negociantes y en esta ocasión me tocó el turno, ingresaba a una tienda, me presentaba como cliente y preguntaba por esa pequeña que la vieja gruñona acepte, luego la propuesta. Realmente es algo difícil venderle a los vendedores, sus precios son exorbitantes, abrumadores –yo les diría: Hombre, no estarás esperando alimentar a tus hijos con lo que ganes de esta compra- pero quizá sea sólo su ignorancia sobre el mercado y las mejores ofertas lo que les lleve a no tomar en cuenta mi propuesta.
Traía el cuerpo completamente laxado, supuse que no habría otra salida y finalmente decidí que no siempre podemos satisfacer la ambiciosa compra triple b (bueno, bonito y barato, en ocasiones hay que tomar el camino largo y eso escogí. Tomo la pequeña y preparándole una rica camita la meto en un sobre en donde se pueda abrigar con la boleta que me dieron como garantía de la compra, la envío luego a Trujillo y ahí mi hermano la recibe, espero que tenga el mismo cuidado que yo tuve con ella, luego él la lleva de vuelta a ese hombre que me la vendió. Pienso que la voy a extrañar, aunque es verdad que al cambiarla voy a obtener a aquella que la vieja máquina aceptará.
Esta experiencia me ha ayudado mucho, es curioso como alguien puede relacionarse con un objeto inerte, me pregunto ¿eran mis dedos los que jugaban con ella o era ella la que jugaba con mis dedos? Sólo para no perder el cariño que le tuve pensaré que esa pequeña jugaba con mis dedos.
AMOR Y DOLOR Por Julio Cesar
Hoy aproximadamente a casi dos días de de mi primer concierto con una banda de rock; acabo de con terminar mi noviazgo, con ese sentimiento tan sufrido, benigno; que no tiene envidia que no guarda rencor y que todo lo soporta llamado amor. Una relación de casi cuatro años que mantuve con una linda mujer llamada Martha.
Todo iba tan bien hasta que ella destrozó mi corazón engañándome con aquel ladronzuelo de corazones heridos; quizá éste tenga dinero, fama y poder. Pero como yo amo a Martha nadie. No sé como se llama, ni en que trabaja, ni de donde es; lo único que sé es que me arrebató lo que más amo en este mundo.
Estoy esperando, no quiero ir al concierto pues no deseo que el público note la tristeza que hoy me embarga. Con una copa de licor en mano quiero encontrar una solución, doy vueltas y vueltas por mi casa y no me puedo tranquilizar; en lo único que pienso es en la forma de cómo ese maldito embustero besaba y acariciaba su piel de seda mientras ella lo disfrutaba; de las tantas noches de pasión que disfrutaron juntos mientras yo estando lejos la soñaba y pensaba incansablemente. No podía arrancar el olor de su piel de mi cuerpo, ni el dulce sabor de sus labios color rosa de los míos.
Debo de ir en su búsqueda, quizá al escuchar la ternura de su voz me pueda tranquilizar y se apague en mí esa ansiedad que me quema y consume por dentro.
Mientras camino en dirección a la casa de Martha, observo un largo serpentín de jóvenes, (entre ellos mozuelos elegantes y damas que irradian belleza por doquier) esperando su turno para poder entrar a un canal de TV y poder demostrar el talento que tienen en un casting que busca talentos nuevos en cuanto a canto y baile se refiere. Esto me hace recordar de cómo inició el fin de mi felicidad hace unos meses…
Estuve esperando desde las siete de la mañana y ahora son casi las tres de la tarde, tengo mucha hambre y estoy demasiado agotado; pero eso no es impedimento para demostrar mi habilidad y talento para la música. Es mi turno y estoy un poco nervioso, las manos me sudan mientras interpreto un tema de David Covazos (Bruja Hada). Al terminar mi número, oigo de boca del jurado – ¡Pasaste la prueba! – hasta ese momento estaba convencido de que no me había pasado nada mejor que lo de ese momento y además lo de mi relación con Martha.
Ya está próxima la fecha número diez del concurso y tan solo quedamos cinco de los quince concursantes que iniciamos la competencia.
Al salir de uno de mis últimos ensayos para la competencia, noté algo raro en Martha, no me presta atención a lo que le decía, está callada; es como si estuviera en otro mundo pero lo pasé por alto ya que me responde con una sonrisa en los labios mientras me dice – No pienso en nada más que en ti -.
Luego de unas semanas un tipo llamado Jorge rumoreaba, entre mis amistades, que Martha siempre tiene encuentros misteriosos con tipo apuesto y distinguido; cada vez que yo asisto a mis ensayos. Al cabo de un tiempo ese rumor llegó hasta mis oídos.
Hablé con Martha, discutimos, le grite y eso provoco en nosotros una separación temporal; una distancia que provocó en mi una depresión tan fuerte que lamentablemente me ocasiono una perdida de concentración e interés en la competencia a la cual me había costado mucho trabajo llegar y por lo tanto fui descalificado. Ha pasado ya casi un mes desde que no escucho la dulce voz de la musa de mi inspiración, Martha.
Ayer recibí una propuesta de trabajo de unos músicos que vieron mi participación en el concurso de canto, según ellos quedaron fascinados con mi talento que decidieron hacerme dicha propuesta. Estoy contento pues en cuarenta y ocho horas es mi primer concierto, pero a la vez estoy triste por que tengo miedo de perder a mi amada.
A lo lejos escucho el sonido del timbre de mi casa, reviso el reloj y me doy cuenta de que me he quedado dormido y alguien me busca. Abro la puerta y una visita inesperada me toma por sorpresa, ¡OH! Es Martha que con lagrimas en lo ojos me dice – ya no aguanto más esta situación, lo mejor será separarnos…esto ya no funciona – yo le pregunto por qué y me responde – la confianza ya murió – luego de eso se marchó dejándome un vacío en el fondo de mi herido corazón.
El claxon de un auto me hace reaccionar, estoy caminando por el centro de la pista; inmediatamente retomo el camino hacia la casa de Martha, la amo tanto que no quiero perderla.
Al parecer no hay nadie en casa, pues nadie contesta a mi llamado. Que extraño se torna todo. Mientras llamo a Martha entro a la casa con cautela, todo está desordenado ¡No! Todo parece ser un robo, subo al segundo piso sin hacer ruido sosteniendo una vara de fierro que encontré al entrar. Vaya sorpresa que me llevé al encontrar a quien yo pensaba me amaba, con aquel hombre apuesto que por la forma en como se viste parece ser de dinero. No quiero describir lo que les encontré haciendo pero fue tanta mi furia que después de unos minutos vi mis manos llenas de sangre y en el piso los cuerpos ya sin vida de Martha y el del roba corazones al que maldecí hasta que la voz se me apagó.
Pasada la medianoche, incineré los cuerpos y dejé que el viento se llevara las cenizas, en simultáneo una lágrima de hierro corría por mi rostro amodorrado por el frío de aquella noche. Luego de ese acontecimiento tan doloroso, escapé lejos muy lejos. Ahora me encuentro como fugitivo, pues la policía encontró en la casa de Martha pistas que me señalaban como el autor intelectual de los dos asesinatos de aquellas personas terminaron por destrozar con mis sueños, mis anhelos, mi vida entera y mi alma.
Todo iba tan bien hasta que ella destrozó mi corazón engañándome con aquel ladronzuelo de corazones heridos; quizá éste tenga dinero, fama y poder. Pero como yo amo a Martha nadie. No sé como se llama, ni en que trabaja, ni de donde es; lo único que sé es que me arrebató lo que más amo en este mundo.
Estoy esperando, no quiero ir al concierto pues no deseo que el público note la tristeza que hoy me embarga. Con una copa de licor en mano quiero encontrar una solución, doy vueltas y vueltas por mi casa y no me puedo tranquilizar; en lo único que pienso es en la forma de cómo ese maldito embustero besaba y acariciaba su piel de seda mientras ella lo disfrutaba; de las tantas noches de pasión que disfrutaron juntos mientras yo estando lejos la soñaba y pensaba incansablemente. No podía arrancar el olor de su piel de mi cuerpo, ni el dulce sabor de sus labios color rosa de los míos.
Debo de ir en su búsqueda, quizá al escuchar la ternura de su voz me pueda tranquilizar y se apague en mí esa ansiedad que me quema y consume por dentro.
Mientras camino en dirección a la casa de Martha, observo un largo serpentín de jóvenes, (entre ellos mozuelos elegantes y damas que irradian belleza por doquier) esperando su turno para poder entrar a un canal de TV y poder demostrar el talento que tienen en un casting que busca talentos nuevos en cuanto a canto y baile se refiere. Esto me hace recordar de cómo inició el fin de mi felicidad hace unos meses…
Estuve esperando desde las siete de la mañana y ahora son casi las tres de la tarde, tengo mucha hambre y estoy demasiado agotado; pero eso no es impedimento para demostrar mi habilidad y talento para la música. Es mi turno y estoy un poco nervioso, las manos me sudan mientras interpreto un tema de David Covazos (Bruja Hada). Al terminar mi número, oigo de boca del jurado – ¡Pasaste la prueba! – hasta ese momento estaba convencido de que no me había pasado nada mejor que lo de ese momento y además lo de mi relación con Martha.
Ya está próxima la fecha número diez del concurso y tan solo quedamos cinco de los quince concursantes que iniciamos la competencia.
Al salir de uno de mis últimos ensayos para la competencia, noté algo raro en Martha, no me presta atención a lo que le decía, está callada; es como si estuviera en otro mundo pero lo pasé por alto ya que me responde con una sonrisa en los labios mientras me dice – No pienso en nada más que en ti -.
Luego de unas semanas un tipo llamado Jorge rumoreaba, entre mis amistades, que Martha siempre tiene encuentros misteriosos con tipo apuesto y distinguido; cada vez que yo asisto a mis ensayos. Al cabo de un tiempo ese rumor llegó hasta mis oídos.
Hablé con Martha, discutimos, le grite y eso provoco en nosotros una separación temporal; una distancia que provocó en mi una depresión tan fuerte que lamentablemente me ocasiono una perdida de concentración e interés en la competencia a la cual me había costado mucho trabajo llegar y por lo tanto fui descalificado. Ha pasado ya casi un mes desde que no escucho la dulce voz de la musa de mi inspiración, Martha.
Ayer recibí una propuesta de trabajo de unos músicos que vieron mi participación en el concurso de canto, según ellos quedaron fascinados con mi talento que decidieron hacerme dicha propuesta. Estoy contento pues en cuarenta y ocho horas es mi primer concierto, pero a la vez estoy triste por que tengo miedo de perder a mi amada.
A lo lejos escucho el sonido del timbre de mi casa, reviso el reloj y me doy cuenta de que me he quedado dormido y alguien me busca. Abro la puerta y una visita inesperada me toma por sorpresa, ¡OH! Es Martha que con lagrimas en lo ojos me dice – ya no aguanto más esta situación, lo mejor será separarnos…esto ya no funciona – yo le pregunto por qué y me responde – la confianza ya murió – luego de eso se marchó dejándome un vacío en el fondo de mi herido corazón.
El claxon de un auto me hace reaccionar, estoy caminando por el centro de la pista; inmediatamente retomo el camino hacia la casa de Martha, la amo tanto que no quiero perderla.
Al parecer no hay nadie en casa, pues nadie contesta a mi llamado. Que extraño se torna todo. Mientras llamo a Martha entro a la casa con cautela, todo está desordenado ¡No! Todo parece ser un robo, subo al segundo piso sin hacer ruido sosteniendo una vara de fierro que encontré al entrar. Vaya sorpresa que me llevé al encontrar a quien yo pensaba me amaba, con aquel hombre apuesto que por la forma en como se viste parece ser de dinero. No quiero describir lo que les encontré haciendo pero fue tanta mi furia que después de unos minutos vi mis manos llenas de sangre y en el piso los cuerpos ya sin vida de Martha y el del roba corazones al que maldecí hasta que la voz se me apagó.
Pasada la medianoche, incineré los cuerpos y dejé que el viento se llevara las cenizas, en simultáneo una lágrima de hierro corría por mi rostro amodorrado por el frío de aquella noche. Luego de ese acontecimiento tan doloroso, escapé lejos muy lejos. Ahora me encuentro como fugitivo, pues la policía encontró en la casa de Martha pistas que me señalaban como el autor intelectual de los dos asesinatos de aquellas personas terminaron por destrozar con mis sueños, mis anhelos, mi vida entera y mi alma.
martes, 19 de abril de 2011
Campo de Dios por Gabriela Colina Jaeger
Hace más de 2000 años Parménides, un filósofo griego, seguía un camino que lo dirigía al Peloponeso, la tierra de los espartanos. Su intriga apareció cuando vio caer una esplendorosa luz del cielo. Le intento dar una explicación en su mente, donde los adelantos eran la ética platónica, la rueda y el acero, no la encontró. Caminó hacia el lugar donde había caído esa luz y lo que observó fue algo que lo dejó impresionado, perplejo: era una mujer desnuda, pero cubierta de su hermosura, débil, pero con la suavidad de su piel que la protegía; era como ver a un ángel.
Abrió los ojos después de parpadear cinco veces y es que en Grecia, una mujer no era vista con continuidad por las calles porque, para los griegos, que sean vistas por otros era como un símbolo de provocación femenina, es decir, aquellas que eran vistas por la calle sin su marido eran consideradas prostitutas. Aquel hombre no salía de su asombro, cuando un grupo de hombres gigantes con algo blanco es su espalda venían del cielo. El hombre creía que los dioses habían venido a recoger a Afrodita porque solo una diosa era comparable con su belleza.
Estos eran corpulentos, y tenían algo que inspiraba respeto y hasta temor. Esos sujetos, tenían dos enormes alas que debían medir tres metros de largo. El filósofo, que buscaba idealizar la vida y vivirla de manera honorable, se encontraba perplejo y anonadado al ver a sus dioses frente a él. De pronto los pies de estos inmensos sujetos tocaron el suelo y observaron al viajero, giraron la cabeza hacia la mujer y abrieron la boca con la intención de hablar pero lo que se escucho fue estruendo tal que el mundo se entristeció. Sin embargo, al parecer, la mujer escucho como si un bebe escuchara cantar a su madre. Ella se levantó y mirando al filósofo, el transmitió imágenes de dos guerras: las médicas y la del Peloponeso. Dios mío, ni siquiera yo tengo la más mínima idea de cómo pudo crear una imagen en la mente del filósofo. Este, asombrado por tal acto se desmayo. Aquellos ángeles, o más bien arcángeles, no eran más ni menos que Gabriel y Miguel quienes habían venido a llevarse a esta mujer. Finalmente, la tomaron del brazo y alzaron vuelo. Al poco rato habían desaparecido en las nubes.
Ya era de día cuando Niriel un joven peruano de familia migrante griega se levantó a correr por el malecón. Escuchaba en su iPod una emisora local. Se interesó por la noticia del descubrimiento de unos antiguos rollos que tenían 2000 años de antigüedad donde se narraba las historias de las guerras médicas y la del Peloponeso, lo extraño es que al parecer estos rollos habrían sido escritos antes de que sucedieran las guerras. A Niriel le pareció una broma de algún periodista griego que le quería la cara a los “sonsos” de los peruanos. Llegó hasta Magdalena, había corrido casi dos horas. Era extraño que no hubiera carros, podría decirse que era el único ser vivo en esa zona, salvo las gaviotas en el mar. De pronto, un sonido estrepitoso inundó su mente y enloqueció por diez segundos su centrado juicio. No podía evitarlo, era incontrolable, quería golpearse la cabeza, quería saber qué era ese ruido pero a penas y podía emitir pensamientos. Y luego de eses sufrimiento, una voz le habló al oído y le dijo dos cosas: “corre y aléjate de donde estas” y “estoy por llegar, me debes ayudar”. No entendió pero obedeció, apabullado por el temblor de sus piernas, reflejo del miedo que sentía, tropezaba con piedras, mientras se dirigía a su hogar.
Cuando llegó a casa corrió a su cuarto, cerró la puerta con llave y se metió bajo las colchas, esperaba un gran estruendo, un temblor, un incendio pero no pasó nada esperó mucho rato, no sintió ni una mosca, no había nada fuera de lugar, repitió una y otra vez en su cabeza- ¿Dónde estás?- por si la voz volvía, no escuchó nada por un tiempo pero él repitió la frase hasta que la luz del sol desapareció de su cuarto y todo se tornó oscuro, no vivía con nadie así que nadie lo podría ayudar, por ello él aun asustado decidió salir, cuando empezaba a moverse escucho un sonido, cayó de nuevo bajo las colchas y busco el origen de eso sonido dentro de su mente, pero descubrió que el sonido venía de algún lugar dentro de su habitación, se sintió rodeado, quiso enfrentar de una vez y terminar con todo no podría vivir ahí por siempre, salió de la cama y entre la oscuridad notó una silueta sentada en un mueble frente a su cama, prendió al luz y sorprendido por la majestuosidad, cayó al suelo pensando … es un ángel.
Al despertar todo permanecía en orden, pero al recordar que pasó volteó bruscamente la vista contra el mueble y encontró a la bella mujer desnuca que le provocó un desmayo, la miró espantado pero la mujer lo miraba fijamente, sin mover ni un músculo, él pensó que hace una mujer tan bella desnuda entrando en mi cuarto, debe ser un demonio que viene a tentarme, escuchó entonces, ¡Yo no soy un demonio! Yo sólo quiero protegerlos. Niriel respondió proteger a quién y entonces horrorizado se dio cuenta que aquella mujer era quien hablaba en su cabeza y peor aún sabía lo que él pensaba, él pregunto qué haces en mi mente ¿estoy loco?, ¿Por qué no me hablas?, Ella respondió - si hablara entristecería al mundo con mi voz, pues los humanos sólo escuchan estruendo con la voz de un ángel, no saben oír con el corazón.
Niriel quedo quedó muy asustado con lo que escuchó, ¿Un ángel?, si eres un ángel que haces acá conmigo, El ángel respondió, soy el ángel Luciana, hace más de 2000 años mi madre vino a la tierra para intentar salvarlos, pero cuando intentamos hablar con Parménides y mostrarle el futuro Gabriel y Miguel se interpusieron y mi madre no pudo explicar las imágenes que le mostramos a Parménides, nunca más pudo volver a la tierra y perdió el respeto de los demás.
¿Quién es Parménides?, preguntó sobresaltado Niriel, Luciana sonrió y con un toque en la palma de la mano le mostró lo que Parménides vio hace 2000 años y lo que le faltó ver también.
Niriel, volvió sobre saltado de su vistazo al horror del pasado presente y futuro de la tierra; cómo los humanos se harían eso a sí mismos; después de salir de su asombro interior, se dio cuenta que Luciana permanecía desnuda frente suyo, rápidamente buscó una camiseta larga y un short se los lanzo a Luciana y dijo siento no habértelo dado antes, Luciana se puso la ropa y le dijo no hay problema con la desnudez por mí, pero lo haré igual por ti.
Bajaron las gradas, hacia la cocina pues Niriel deseaba comer, preparó un sándwich y le ofreció otro a Luciana, ella lo aceptó. Él empezó a preguntar por el cielo, y Luciana contestaba intentando sorprenderlo, ambos sintieron una gran unión, Luciana aunque no lo mostraba estaba muy inquita porque en cualquier momento Gabriel y Miguel podrían llegar a atacarla, cuando Luciana decidió ir a la tierra aceptó perder lugar en el cielo, se convirtió en un ángel caído, ya no era digna de ser un ser divino, y por lo tanto nadie la protegería de la fuerza de los arcángeles.
Niriel, al darse cuenta de lo anormal de la situación, pregunto qué tengo que ver yo en este asunto, el ángel le respondió acaso no sabes quién eres tú o quien es tu familia, tu eres parte de una familia casi divina, fueron reconocidos por los arcángeles de hace miles de años pero tú en particular estas marcado ¿O ni siquiera sabes que significa tu nombre? Al notar la cara de duda de Niriel respondió ella, tu nombre significa Campos de Dios, y eso es lo que harás en la tierra lograrás que el campo de Dios vuelva.
Se escuchó un sonido eterno, como si no existiera ningún ser más en la tierra, Luciana empujó a Niriel y le diciendo – llegaron, corre- levanto en peso a Niriel, dio un salto a la par que extendía sus alas y voló, Niriel gritaba desesperado -¿qué pasa?, explícame-
Después de casi una hora de vuelo Luciana bajo a la tierra y cayó rendida al piso, lo último que alcanzó a decir fue escóndenos.
Niriel espantado levantó al ángel, sintiendo que pesaba en realidad como una pluma, fue bajo un bosque muy oscuro y rodeando al silueta de Luciana con hojas secas, cayó rendido a su lado.
Cuando ella despertó, encontró a Niriel a su lado protegiéndola, y mirándolo dijo- sé que tú lo lograrás- Niriel al escuchar el ruido también despertó y ambos se vieron reflejados en los ojos del otro. Entonces, un gran ruido destruyo la paz del lugar y Luciana sé coloco delante de Niriel, y dos grandes seres, se apoderaron del escenario cuando dieron otro grito, que Niriel casi no soporta, Luciana también gritó y entonces los arcángeles corrieron hacia ella y de un jalón la levantaron del suelo, para llevarla a ser castigada por su desacato, Niriel reaccionó después del grito, y salto hacia las alas de su ángel, entonces los cuatro desaparecieron de la tierra y el bosque regresó a su quietud original.
En el cielo, todos esperaban a Luciana para castigarla, pues estaba interfiriendo en el ciclo de la tierra, los humanos se mataban solos, y nadie debía evitarlo si eso era lo que ellos querían; la sorpresa de todos los seres fue peor de lo que esperaban al encontrar a otro ser sucio junto a Luciana, Niriel llegó al cielo con Luciana, Gabriel y Miguel, ninguno de los seres presentes se parecía a Luciana, todos mostraban en su rostro seriedad y algo de enojo, Niriel supo que ésta era la corte de arcángeles y que ningún ángel podría estar presente, pues en su condición más cercana a los humanos estarían todos de acuerdo con ella.
Todos miraban a Niriel, Luciana volteó a verlo y mostro su asombro también, pero rápidamente le dijo todo va estar bien no temas, esta vez usando sus labios para ello, pues en el cielo no existen los límites materiales del hombre, y Niriel ya podría entender los gritos de todos como simples voces.
Gabriel y Miguel empezaron a acusar a Luciana de interferir en las decisiones y vida de los humanos, de manipularlos y entregarles información que claramente podría alterar la psiquis y el orden terrenal, entonces los ángeles entraron al gran salón acompañados de una luz inmensa que se erguía en techo de la habitación, todos callaron y sólo se escuchó una voz muy poderosa y suave a la vez que decía, veo que al fin un humano volvió con nosotros.
Niriel estaba espantado, no sabía si quedarse ahí o correr, escuchó entonces tranquilo hijo solo quiero lo mejor, la voz logró tranquilizarlo, y resonando de nuevo dijo será mejor que permanezcas afuera con los ángeles Lucia también ira contigo, los ángeles se le acercaron y ayudándolos a salir, todos ellos se retiraron, Luciana ya afuera dijo espero que Dios me entienda, no quiero hacer daño, Niriel al abrazó y los ángeles los rodearon para escuchar su aventura.
Después de una larga conversación las puertas se abrieron, los ángeles acompañaron a Niriel y Luciana hasta adentro y salieron, las puertas nuevamente se cerraron y un gran voz esta vez cargada de emotividad, dijo: Luciana tu valentía, no podría ser castigada tu sólo quisiste ayudar a los humanos, y aunque por ello rompiste nuestras leyes de interferir en la vida y decisiones humanas, interpretamos que sólo brindaste información como advertencia, aun así no podrías seguir con nosotros pues nos fallaste al no consultarnos y planear todo tu sola, y sé también que ya no podrías vivir aquí, tu naturaleza de ángel te da la oportunidad de sentir como los humanos, él hombre que te acompañó hasta acá es muy especial para ti lo siento en el corazón de ambos y sé que ambos sólo serán felices juntos; así que, tú y Niriel vivirán desde hoy en el lugar que tanto defendieron, tendrán la oportunidad de cambiar todo en el mundo, y como cualquiera de mis hijos yo los apoyaré, les daré las herramientas que sean necesarias para que sean felices, pero nada es fácil deberán esforzarse, Luciana eres mi hija y prepararé todo para ti.
Luciana preguntó por el futuro del mundo, y respondió yo no puedo interferir, eso no sería justo pero no los desamparare apoyare a quien aún acuda a mí y no a la violencia, ustedes también tendrán la oportunidad de cambiar el mundo como cada uno de los humanos que están ahí.
Luciana y Niriel se abrazaron y despertaron en el camino donde empezó todo, Luciana ya era humana, ahora tenían que luchar como cualquier otro, pero junto a ellos aparecía un sendero que indicaba su nuevo camino, Dios no los abandonaría.
UN LUGAR por Juan Martin Velasquez
Conocí a Pablo un chico, por una buena amiga, era de buenos modales y buenos sentimientos, pero muchas veces lo notaba cabizbajo, solo y tan distante cierta vez me confesó que sentía que no encajaba en la sociedad; sin embargo otras veces lo veia firme en sus convicciones y decisiones; decidido a luchar por un lugar en su familia, amigos, y en cada persona que tuviese algún vínculo social con él.
En su largo recorrido y lucha por un lugar en la sociedad, llegó a su vida una persona muy especial, alguien con quien compartiría muchos momentos en esa difícil lucha.
Desde entonces se empezó a sentir algo diferente; sentía muchas más ganas de seguir, de luchar, de vivir; Pablo había encontrado al fin la fuerza para enfrentarse al mundo, para su aceptación y para la aceptación de esa persona.
Empezaron a salir, un día Pablo la presentó a sus amigos más cercanos, esos que sin reprocharle nada, habían sabido siempre aceptar su mundo; a pesar de todo ello el rostro de sus amigos dejó entrever un cierto asombro, cuando me la presentó me alegre tanto como él, sentía que la vida de pablo estaba a punto de cambiar.
Una noche, en el cumpleaños de nuestras amigas, Pablo llegó con su personita especial; de pronto ya adentro y sin poder de retorno vio que sus padres estaban allí, en realidad era lógico, los padres nuestra amiga eran muy amigos de sus padres, quedó paralizado por un momento lo mismo su acompañante y el resto de personas que allí estaban, había llegado el momento de enfrentarse a la realidad y a toda esa gente, pero esta vez no estaba solo, estaba junto a esa persona tan especial, por un momento no quiso dar ni un solo movimiento pero una voz lo sacó de ese estado, era la voz de su amiga , ella la dueña del santo lo invitó a pasar amablemente y ellos accedieron temerosos, en todo momento ocultó la mirada de sus padres, más aun de su padre. Sus amigos los apoyaban sin embargo, y no se separaron de ellos en toda la noche.
Pablo estaba nervioso y empezó a beber mucho, poco rato después todos empezaron a hacerlo; de pronto un beso poco usual capturó la mirada de los padres de pablo que al principio ya se habían mostrado un poco desconcertados. Pablo debió haber sentido que lo observaban porque desesperado volteo la mirada… su padre venia hacia él, lo jaló del brazo bruscamente, e intentó llevárselo a la fuerza, pero su persona especial se puso delante del desapacible padre y lo detuvo, la fuerza que utilizó no fue física, solo bastó una mirada para que aquel padre soltara el brazo de su hijo… la mirada de aquel ser era dulcemente segura y firme. Al poco rato los vi salir juntos, sabía que nadie los detendría, pablo caminaba zigzagueante pero la mano de su persona especial equilibraba su senda. Los noté voltear la esquina, abrazados, e iluminados casi divinamente por la luz de la luna.
El día comenzó para nosotros cuando el sol ya centraba su asiento, despertamos con secuelas aun del día anterior. Oí bullicios en la sala, salí a ver con los ojos aun entreabiertos. Escuché una voz femenina llorar imparablemente, me quede tras la puerta a escuchar de alguna forma lo que pasaba. Era ella con una carta de despido. Los padres de Pablo se habían quedado sin empleada por culpa del amor prohibido entre dos sociedades distintas pero unidas por un sentimiento.
lunes, 18 de abril de 2011
Lección divina por Katiu Alfaro
Hace algunos años en un pequeño pueblo, vivían tres hermanos, cada uno muy diferente del otro. Luis, el mayor de ellos, era muy ambicioso pero no le gustaba trabajar, sino más bien obtener dinero fácil y gastarlo de la misma manera; Horacio, menor que Luis por 2 años, era su perfecto aliado porque siempre hacía lo que le pedía, sin preguntar ni opinar. A diferencia de los dos primeros, José, el último hermano era tranquilo, trabajador, nunca faltaba a misa y siempre confiaba en sus hermanos.
Inesperadamente, un día las tierras dejaron de producir, el sol no quería salir más y del cielo no caía ni una gota de agua. El pueblo entró en crisis y los tres hermanos no eran la excepción, aunque de diferente manera a cada uno de ellos esa situación los puso en aprietos.
Un domingo, después de ir a misa, José se encontró en el camino una bolsa vieja llena de semillas muy extrañas, nunca antes había visto unas similares, pero a pesar de eso decidió llevárselas y sembrarlas. Dicho trabajo fue un poco complicado, ya que la tierra cada día estaba más seca; pero ni esta situación impidió que sembrara las extravagantes semillas.
A José le ilusionaba mucho que las semillas dieran fruto, así que sin pensarlo dos veces fue por su reserva de agua para regar su siembra. Aunque sus hermanos se burlaban de él, pues consideraban muy tonto, desperdiciar semejante cantidad de agua en tierra seca, José siguió cuidando su siembra sin mayor interés en la opinión de sus hermanos. Por lo que cada noche se iba a dormir con la seguridad de que al día siguiente sus preciadas semillas por fin darían fruto y cada mañana se levantaba ansioso e iba corriendo a ver el progreso de su siembra.
Después de algunas semanas, cuando ya se había terminado la reserva de agua, José vio sorprendido la enorme y hermosa enredadera que salía de la tierra, aunque fuese difícil de creer, era cierto. Emocionado y casi sin poder hablar, fue donde sus hermanos para contarles lo sucedido, pero a pesar de estar diciendo la verdad, ellos no le creyeron y le pidieron que se fuera para que sigan durmiendo.
A pesar de que sus hermanos no le creyeron, José seguía feliz, pues en las condiciones en las que estaba la tierra sería imposible que una siembra creciera tanto. Así que dejó de lado la opinión de sus hermanos y fue rápidamente a donde estaba su enredadera. Cuando llegó se quedó boquiabierto, no podía comprender cómo en tan sólo unos minutos la enredadera había crecido tanto que desaparecía entre las nubes.
Curioso, decidió subir en ella y ver en dónde terminaba. Entonces, subió y subió. Pasaron varias horas pero la enredadera no tenía fin. Luego de tanto subir, José estaba muy cansado, así que decidió recostarse un momento y sin querer se quedó dormido. Al despertar vio el rostro de un anciano que lo observaba muy de cerca. José se asustó y de un brinco se levantó, inmediatamente reaccionó y asustado le preguntó ¿En dónde estoy? Y usted ¿Quién es? ¡Respóndame!
Sonriendo, el anciano le dijo: “estas en el cielo y yo soy quien cuida la entrada a él, mi nombre es Pedro”
¿Pedro? – preguntó José.
Sí, Pedro, pero todos me dicen “San Pedro” ¿Nunca has oído de mí? – dijo el anciano.
La verdad, no – replicó José – Yo creía que en el cielo únicamente estaba Dios, pero parece que me equivoqué.
Y tú ¿Qué haces aquí? – le preguntó San Pedro.
No lo sé, yo sólo quería ver en dónde terminaba la enredadera – respondió José – Pero como parece que nunca terminará, ya no subiré más – Agregó – Es mejor que regrese antes de que anochezca.
¡Espera! – Gritó San Pedro – Dios sabía que vendrías, y me ha pedido que te entregue esta mesa.
¿Una mesa? – Preguntó José.
Sí – añadió San Pedro – Pero no es cualquier mesa. Cuando llegues a tu casa lo sabrás, sólo tienes que decir “mesita, mesita muéstrame la virtud que Dios te ha dado” y conocerás el verdadero valor de esta mesa.
Y así lo hizo, llegó a su casa, dejó la mesa en el piso y exclamó: “mesita, mesita muéstrame la virtud que Dios te ha dado” y de pronto apareció sobre la mesa todo tipo de comida, los manjares más exquisitos del mundo, todos ellos sobre una mesa. Era sorprendente y a la vez maravillosa, la manera en la que apareció todo aquello en sólo unos segundos.
José no podía creer lo que había sucedido, pero a pesar de ello estaba feliz, pues la situación del pueblo no era muy alentadora, no había cosechado nada en meses, ya no tenía agua y la poca comida que tenía se estaba terminando. José esperaba ansioso cada domingo, pero esta vez en especial pues quería agradecer a Dios por el grandioso regalo que le había dado.
Llegado el domingo, José se levantó muy temprano y con el temor de que alguien pudiera robarse su mesa, decidió encargársela a sus hermanos. Fue donde ellos y les dijo: “Hermanitos, he venido a encargarles mi mesita, yo me voy a la misa y no quiero que me la vayan a robar”.
¡Hay José! ¿Quién va a querer robarse una mesa tan vieja como esa? – preguntó Luis.
Es que no es cualquier mesa - dijo José – sólo te pido que la cuides mientras yo me voy a misa. Y no pues le vayas a decir “mesita, mesita muéstrame la virtud que Dios te ha dado”
Y ¿Por qué no le puedo decir eso? – Curioseó Luis.
No te lo puedo decir, pero prométeme que no lo harás – Dijo José.
Ya, ya, déjala ahí, pero en cuanto termine la misa vienes y te la llevas – dijo Luis.
Gracias hermanito, y no te preocupes que yo vengo tan pronto termine la misa – Agregó José, saliendo de la habitación.
Tan pronto José salió de la casa, Luis le pidió a Horacio que vigilara que no vuelva hasta que el examine la dichosa “mesita”, así pues recordó las palabras de su hermano y dijo: “mesita, mesita muéstrame la virtud que Dios te ha dado”, descubriendo por qué José la valoraba tanto. En ese instante, escondió la mesa y le ordenó a Horacio que fuese a conseguir una mesa idéntica a la de José.
Cuando José llegó, Luis le entregó una mesa común y corriente en lugar de la suya, y sin que José pueda notarlo, le dio las gracias a Luis por la molestia y se fue a su habitación. Llegado el medio día José tenía hambre, por lo que fue donde su mesa y dijo: “mesita, mesita muéstrame la virtud que Dios te ha dado” y la mesa no respondía, nuevamente lo intentó: “mesita, mesita muéstrame la virtud que Dios te ha dado” y no sucedía nada, así continuó intentando una y otra vez, hasta que molesto decidió subir por la enredadera y reclamarle a San Pedro por la falla de la mesita.
Cuando llegó al cielo San Pedro le preguntó qué había ocurrido, José le informó de la falla y le pidió que arreglara su mesita. San Pedro le dijo que no podía hacerlo, pero que en lugar de la mesita le daría un cordero. Al oír esto, José le explicó que el cordero sólo podría alimentarlo unos días pero que luego no tendría qué comer. San Pedro le dijo que el cordero no era para que lo mate y se lo coma sino que este arrojaría por su boca todo tipo de riquezas, y con esas riquezas él podría comprar todo lo que quisiera. Sólo diciéndole: “corderito, corderito muéstrame la virtud que Dios te ha dado”.
José volvió a su casa con el corderito, y a pesar de lo ocurrido anteriormente, hizo lo mismo cuando el domingo llegó. Fue donde sus hermanos y les pidió que cuidaran de él, recalcándoles que no deberían decirle: “corderito, corderito muéstrame la virtud que Dios te ha dado”. Como era de esperarse, Luis hizo un nuevo intercambio después de darse cuenta que aquel corderito arrojaba cualquier cantidad de tesoros, logrando que José se llevara, nuevamente, lo que no era suyo.
Cuando José necesitó dinero para comprar comida, acudió a su corderito, el cual no hacía nada más que ser un cordero como cualquier otro. Al notar el imperfecto en éste, José subió otra vez al cielo y le pidió a San Pedro que le cambiara el corderito por otro regalo que no se malograra tan rápido como los dos que ya le había dado.
San Pedro le dijo que no se preocupara y que aún le quedaba un último regalo para él, sacó tres varillas y se las dio, le dijo que para ver lo que hacían solo tenía que decir “varillitas, varillitas, muéstrenme la virtud que Dios les ha dado” y si quería que se detengan, debía decir “varillitas, varillitas, deténganse por la virtud que Dios les ha dado”
José, curioso por saber lo que las varillitas hacían, llegó a su casa y dijo: “varillitas, varillitas, muéstrenme la virtud que Dios les ha dado” y las tres varillas le empezaron a pegar como nadie antes lo había hecho. José desesperado y adolorido, gritó: “varillitas, varillitas, deténganse por la virtud que Dios les ha dado” y éstas se detuvieron. Pero él no podía entender por qué San Pedro le dio esas varillas, por qué quería que lo golpearan. Así que decidió subir y preguntárselo personalmente.
Al llegar, San Pedro le explicó por qué lo había hecho, le contó que Luis, con ayuda de Horacio, le había cambiado la mesita y el corderito que él le dio, por una mesa y un cordero comunes y corrientes. Le explicó que sólo quería darle una lección para que otra vez no diga más cosas de lo que debe. José entendió la postura de San Pedro, le agradeció y como último favor le pidió que le regale las tres varillitas. Favor que desde luego, San Pedro le cumplió.
Cuando llegó el domingo, José fue donde sus hermanos y les encargó las varillas, mientras él iba a misa, diciéndoles que no vayan a decir: “varillitas, varillitas, muéstrenme la virtud que Dios les ha dado”, pero no les dijo cómo pararlas. Así que cuando los hermanos pronunciaron estas palabras, las varillas empezaron a golpearlos.
Cuando José salió de misa, les dijo que haría que se detuvieran, sólo si ellos prometían que nunca volverían a mentir ni a aprovecharse de la gente. A Luis y Horacio, no les quedó más remedio que aceptar y cumplir su promesa, fue así que aprendieron una lección que no se les olvidará nunca. O por lo menos, no hasta que sus cicatrices se borren completamente.
FIN
OJOS AZULES por Susan Cortez leiva
Tenía más o menos dieciséis años cuando lo vi por primera vez , hoy confieso que lo tomé por un niño de trece años por su tierna y dulce carita ,era de cabello rizado de increíble castaño claro, su piel blanca, blanca como la nieve misma, de manos muy bellas, de cejas pobladas y perfectas, pero sin duda alguna eran sus ojos los que me hacían de algún modo quedar como una chiquilla encantada; toda su belleza sin embargo era cruelmente opacada por su tan gentil y caballeresco trato, era sencillamente encantador, se me era extrañamente familiar.
La señora Cecilia era una excelente dama, su misericordia para conmigo me hacía sentir tan protegida, su porte era elegantísimo y su modo de expresarse impecable; era excepcional… Ella fue amiga de mi madre quizá mucho antes de que yo naciese, a decir verdad nunca le conocí otra amiga más que esa. Cuando mi madre murió la señora Cecilia me acogió en su hogar, fue allí donde vi por primera vez a Claudio.
Meses atrás mi madre había estado bastante mal, yo por supuesto la acompañaba en todo momento, la amaba, y tenía un miedo espantoso de que algún día me faltase; quizá era ese miedo el que me hacía ir en las noches a su habitación y dormir junto a ella tan cerca que me parecía sentir su corazón latir, lento, lentito.. Allí me quedaba despierta recordando cosas y de vez en cuando sonriendo con algunas, también me ponía triste y a veces lloraba.. hasta quedarme exhausta y despertar con los nacientes rayos del sol; un día al regresar de la escuela ya cerca a mi casa vi un pequeño bultito cerca de mi puerta, visualicé algo pequeñito y blanquito aceleré mis pasos y cuando estuve lo suficientemente cerca para saber lo que era, lo levanté con cuidado, era un gatito y era precioso estaba pensando llamarlo Mío; sentí que mi madre se movía y empezaba a respirar dificultosamente , me levanté de la cama casi de golpe, prendí la luz y la ayudé a sentarse, empeoraba, no sabía que hacer las lágrimas de impotencia me corrían, llamé a la señora Cecilia, no creo haber esperado mucho y ella ya estaba aquí con un médico, yo seguía llorando incesantemente , la señora Cecilia me tomó del brazo de una manera muy delicada me llevó a la sala , me miró dulcemente y me dijo que todo estaría bien, sin embargo de alguna manera yo sentía que no, no se escuchó ningún gemido ni sonido ,pero mis lágrimas parecía no tener frene; el medico salió de ,pronto su rostro me lo dijo todo, corrí a ver a mi madre la vi tan frágil, sus ojitos pequeñitos derramaban tanta dulzura no me pude contener, pero luego respiré y sonreí, le dije que todo estaría bien, la abracé ;sacó un pequeño sobre de debajo de la almohada y me lo dio, dijo que la perdonara y que me amaba, no comprendí, la amé aún más, guardé aquel sobre pero no me atreví a abrirlo. En el funeral hubo poquísimas personas a decir verdad la señora Cecilia y yo. Termine de empacar mis cosas, guardé también muy celosamente un retrato de mi madre, se veía tan hermosa, cogí a Mío y bajé las escaleras; el tiempo pareció congelarse en ese espacio vi pasar delante de mí tantas cosas, fue la última vez que estuve allí.
Mío estaba muy tranquilito mirando la nueva casa, el joven Claudio me invitó a pasar mientras la señora Cecilia quedo haciendo unos trámites con un grotesco señor de cabello cano; él mismo me señalo cual sería mi habitación, en todo momento sonreía, parecía ser feliz ; me hablo de muchas cosas pero a decir verdad no escuché ninguna era imposible para mí , estaba como suspendida, mirando sus bellos ojos azules, sus labios que en movimiento me dejaban sin aliento ... otra vez me sentí como una muchachilla encantada. La señora Cecilia continuaba hablando con el señor de cabello cano.
Estuve sentada mucho rato mirando a mío, él parecía adaptarse muy rápido a su nueva vida, ojalá pudiese hacer lo mismo pensé, una retenida lagrima salió a pesar de mi esfuerzo. Como con resignación saqué mis cosas y las empecé a acomodar, de pronto estaba frente a aquel sobre, lo abrí saque de él una carta muy doblada y vieja, mis manos temblaban, de repente la ventana se abrió de golpe, me asusté , la carta se me cayó, opte por ir a cerrar la ventana primero, al volver vi a Mío jugando con aquél papel, me dispuse a quitarle pero me rasguñó, quedé desconcertada parecía obsesionado con aquella carta , Dios mío! parecía otro… llamaron a la puerta , tapé a mío con mi casaca. Minutos más tarde regresé a destapar a mío. El sobre estaba cerrado y mío dormido, quedé turbada, abrí nuevamente el sobre pero esta vez vigilé la ventana y la puerta, también a Mío; como si tales factores me impidiesen leer aquella carta…. De pronto las luces se apagaron, Mío ya no estaba en la cama, lo busqué con las manos casi a ciegas…de pronto un mareo extraño me hizo caer a la cama, una energía oscura se apoderó de mí, no pude gritar fue desesperante… esa noche fue larga , perdí la noción del tiempo, tuve pesadillas en realidad una que se repetía una y otra vez, un hombre que quería hacerme daño …oh Dios!, qué es lo que me pasa…no sé en qué momento al fin pude descansar.
Al día siguiente abrí los ojos lentamente y vi a la señora Cecilia cerca de mí, me observaba, pero no estaba sola Claudio estaba con ella; me detuve nuevamente en su mirada, sus profundos ojos azules me dejaron inmóvil, sentí entonces escalofríos y lo recordé claramente, recordé a aquel hombre de las pesadillas ese que me acechaba, tenía los mismos ojos…. Me tapé con la cobija empecé a llorar, la señora Cecilia no me consoló como otras veces me dejó y se fue…Cuando caí en cuenta de mi soledad desarropé mi rostro y allí en el piso vi la carta, por cierto Mío había desaparecido, lo busqué varios minutos con la carta aferrada a mi mano, al no encontrarlo me senté alterada, abrí el sobre, saqué la carta y comencé a leerla… ¿qué es esto? dije… no soy tu madre pero te amé como si fueras mi hija…en cuanto a Cecilia ella es en realidad tu madre, y mi pareja también, eres fruto de una de las peores atrocidades que le pudo ocurrir a mi amada Ceci mas por el contrario eres lo más dulce del mundo.. Hija te amo nunca te dije la verdad… tu padre no es una buena persona él fue en verdad un ser humano lleno de rencores, no vale la pena que sepas quién es…ten cuidado hija Claudio es tu hermano….
No pude respirar, Claudio era mi hermano y Cecilia mi madre… Dios mío… me enamoré de mi propio hermano y mi padre fue un maldito, caí al piso de rodillas... y descargué todo lo que llevaba adentro, luego de un rato vi a Mío en la cama… Sus ojos estaban azules como los de ese hombre y me miraba fijamente…cerré los ojos…
Un Corazón Para Vivir por Maria Angela Zevallos
Fue alguna vez un rey, en un pueblo recóndito en Marruecos. El rey Tarkan era un rey privilegiado, el más rico en todo Marruecos. Desde su infancia conocía muy de cerca las riquezas y el placer de vivir holgadamente. El rey era hijo único así que el día que murieron sus padres cuando el era joven se quedo completamente solo, todo lo material abundaba en su enorme palacio y la soledad se apoderó de su corazón, reverberaba en él, el ansia de conocer alguna vez lo que es la compañía sincera, el dinero y las riquezas no lo llenaban, por el contrario, habían hecho de él el hombre más insatisfecho del mundo.
El rey Tarkan, heredo toda la fortuna de sus padres, por supuesto, el trono. Cuando llegó a ser adulto tuvo, a los 25 años, su primera esposa. Said era bella tenía un rostro precioso, de piel trigueña y unos ojos perfectamente rasgados del color de una jade. Tarkan quedo fascinado con su mirada seductora en el ocaso de aquella tarde en la que se comprometieron. Llevaron dos años de feliz matrimonio, pero Tarkan había descubierto que por ella solo sentía pasión, y a ella no le importaba más que las joyas y los viajes como esposa del rey. Al termino de esos dos años, Tarkan conoció a Mustapha, ella era muy joven pues tan solo tenía 16 años cuando contrajeron nupcias, Mustapha por su inmadurez no podía compartir muchas cosas con el rey, como por ejemple los sueños que tenia Tarkan. El rey disfrutaba mucho de su compañía, puesto que era una joven muy amena, le gustaba bailar para el y sabia preparar los platillos que tanto le encantaban. Ya era hora en la que el rey quería un hijo, un heredero. Era uno de sus sueños más grandes.
Mustapha le dio la gran noticia una tarde en uno de los tantos inmensos jardines del palacio del rey. El rey Tarkan estaba fascinado con la noticia, le parecía un sueño y esa noche dio una gran fiesta en el palacio para celebrar que sería padre. Sin uno poder dejar de ser parte de los sinsabores de la vida, Mustapha una mañana había salido a pasear en camello, cuando repentinamente el camello embraveció y empezó a correr tan rápido que voto a Mustapha al piso, dejándola completamente inconsciente. El rey Tarkan, desesperado, buscó a los mejores médicos sin importarle lo que pagaría para que atiendan a Mustapha, todo intento fue inútil, ella perdió al bebe y como consecuencia del accidente y por lo joven que era ella su cuerpo había quedado tan débil que no podría volver a concebir un hijo.
Al rey Tarkan le costó mucho tiempo recuperarse y asimilar este trago amargo. Se preguntaba una y otra vez porque la vida se empeñaba en robarle esos momentos de felicidad que parecían ser tan solo chispitas de luz que desaparecían cuando él las quería ver realizarse. Después de mucho tiempo quiso volver a intentar se padre, esta vez con la hermosa Said. Le pidió que quería tener una niña con ojos tan bellos como ella. Said, rompió en llantos al escuchar la petición del rey, el rey asustado le pregunto el porqué de su llanto y ella confeso que no podía pues se había enamorado perdidamente de un empleado del palacio y que le habría hecho infiel con el tantas veces como pudo. En ese momento el rey se vio plagado de confusos sentimientos. En marruecos no es digno que ninguna mujer le haga esto a su esposo, y mucho menos si se trataba del rey. El castigo que ella tendría era espeluznante, el rey Tarkan se apiado de ella y la dejo escapar.
Al pasar los años el rey se hundió en una inmensa soledad que se convirtió en su sombra, pensó que su corazón ya estaría hecho de piedra. Sentía que las enormes paredes de su palacio lo aplastaban, le parecía que la vida le pedía demasiado al tener que esperar el día en el que en su muerte encuentre la libertad. Era un rey desdichado.
Un día el rey cayó enfermo, muy enfermo y todo el pueblo estaba preocupado por él. El rey que con crueldad hacia el mismo esperaba ese momento, solo quería dejar que pasara el tiempo. Mustapha entró a su habitación una noche y le rogo que viera a un doctor. Que la vida no tenia por que acabarse para él, le hablo de nuevos planes a futuro y le aconsejo inclusive que se diera una oportunidad, por qué no, en el amor. El rey Tarkan le hizo caso, pero este ya sentía haber perdido por completo las esperanzas.
El doctor le diagnostico un mal incurable en el corazón, solo podría salvarse si alguien le donaría un corazón. Mustapha se preocupo en darle ánimos y se encargo de anunciar ante el pueblo que la persona que tenga la valentía de donar su corazón a su majestad, su familia seria recompensada con una fortuna. Paso un mes y no apareció ningún donador.
Un domingo, de mañana soleada en el que la naturaleza que rodeaba al rey en su alberca parecía sonreírle, el rey se encontró con ganas de caminar un poco por los alrededores de su majestuoso palacio. Iba caminando tranquilamente, sintiendo como el frio y suave aire rosaba sus mejillas, cuando al parar frente a uno de los tantos callejones de su palacio el rey vio a una persona cubierta por completo con un manto largo y negro. El rey con voz clara y firme preguntó: ¿Quién está ahí? La persona volteo temerosa, y poco a poco levanto la mirada hacia el rey.
Era esa la mirada la que invadió de paz al rey, unos ojos caramelo de mirada intensa y a la vez delicada, que por un segundo saco de contexto al rey. Vengo porque sé que necesitas mi corazón, dijo la suave voz de la mujer. El rey se sorprendió y le dijo: siendo tu tan joven y con una vida por delante serias capaz de darme tu corazón? Ella le contestó: soy una persona con mucha suerte, porque a pesar de mi pobreza estoy segura de haber vivido a pleno muchas cosas que, veo en tu mirada, no has vivido y no ha podido disfrutar. Mis padres han trabajado toda su vida por hacerme un persona feliz y darme siempre lo mejor a pesar de las ‘’limitaciones de dinero’’, mis padres me, adoptaron cuando yo era un bebe y me dieron lo mejor y ahora que ellos ya descansan ¿Por qué no puedo yo darle algo a alguien a cambio de todo lo que me ha dado la vida? La vida me dio la voz, me permitió escuchar me dio la marcha de mis pies cansados, y he venido aquí su majestad a darle un poco de esa parte que se llama ‘’vivir’’.
El rey quedo perplejo con las palabras de aquella mujer, sintió que se le lleno por completo el alma, algo que no había sentido hace mucho, o quizá nunca. ¿Cómo te llamas? Dijo el rey. Me llamo Hassan su majestad, contesto la mujer. Hassan, me gustaría que me enseñes a vivir antes de entregarme tu corazón, quiero que veas si soy una persona digna de merecérmelo.
Hassan aceptó la propuesta del rey. Aquella semana el rey aprendió a reír, a caminar, a comer, a saborear, a escuchar a toda la gente, incluso a sus empleados, aprendió a percibir los aromas de naturaleza, aprendió lo que era sentir en sus manos el plumaje de un ave llena de libertad, a sentir las hojas de los arboles. Esa semana el rey se olvidó de la realeza, se mezclo con el pueblo y fue muy feliz. Conoció el amor con Hassan, se dio cuenta que había conocido el amor de su vida. Los dos se llegaron a querer tanto, que parecía magia, eran dos cuerpos libres en el aire.
Al séptimo día el rey Tarkan estaba recostado entre los brazos de Hassan, y le dijo: Gracias por enseñarme a vivir, gracias por enseñarme a amar. Hoy se cumplen 7 días y quiero que sepas que tu corazón ya es mío, me lo acabas de entregar. Diciendo estas palabras el rey cerro sus ojos profundamente, con una sonrisa plasmada en su rostro, que parecía infinita y ahí quedo para siempre agradecido de haber vivido.
María Angela Zevallos
domingo, 17 de abril de 2011
La destruccion de la Tierra por Diego escalante
Me encontraba recostado en el sofá de la sala, la temperatura estaba a más de 32ºc y seguía en aumento, perezosamente me levante y camine hacia la refrigeradora para sacar el ultimo refresco que me quedaba, cuando de repente el timbre sonó, cansinamente, me dirigí hacia la puerta-¡ya va!- dije mientras giraba el pomo de la puerta, cuando de un brinco una mujer esbelta entro a la habitación con una sonrisa enorme.
Lisanna era mi compañera de trabajo además mi vecina, ella desbordaba energía y alegría, una de las personas que me alegra haber conocido.
-¿Qué hay diego?- me dijo-¿echado sin hacer nada?- sonriéndome de nuevo-¿tengo algo más que hacer?- devolviéndole la sonrisa- ¡si, salir conmigo!- desprevenidamente me cogió del brazo y me arrastro hacia la puerta- ¡wowowo, espera!-¿accedí a salir contigo?- le pregunte- ¡deberías agradecerme!- me dijo mientras salía del departamento-¡venga vamos!- la seguí sin tener otra alternativa.
Ya en el café de Joe, al cual concurríamos seguidamente, nos tomábamos un frapuccino por el inmenso calor que hacía. De la nada el cielo se empezó a tornar de un color verdoso, la señal de televisión se puso borrosa y un viento empezó a soplar fuertemente.
¿Qué rayos sucede?-me pregunto Lisanna. ¡No lo sé!-¡Eh, Joe pon el canal de noticias!- le grite, mientras Joe se metía en búsqueda del control-¡rápido Joe!- le volví a gritar- ¡Ok, ok Ahí está!- me dijo mientras colocaba el canal de noticias.
Lo que oímos era algo indescriptible-¡la tierra está llegando a su fin!- pensé para mí, mientras Lisanna susurraba para sí y me apretaba fuertemente la mano, la señal de la televisión se perdió y el viento empezó a soplar mucho más fuerte, a lo contrario de lo que esperábamos la temperatura bajo drásticamente y el frio calaba mis huesos y el dolor era tan insoportable que la gente comenzó a gritar, Lisanna cayó al suelo sin soportar ni un minuto más intente levantarla pero mi cuerpo tampoco soportaba el dolor y caí al suelo inconsciente.
Me desperté en un almacén, Diego yacía a mi lado inconsciente tapado con una colcha, me di cuenta de que yo también estaba tapada con una colcha, con dificultad me levante y observe atentamente mi alrededor sí que era un almacén pero un extraño olor a café, de repente me di cuenta donde me encontraba-¡el almacén de Joe!- dije en voz alta y como arte de magia Joe apareció detrás de mí con su sonrisa tan amable que tenía- vaya Lisanna veo que te has levantado ya ¿quieres un café?- me dijo- si gracias- le respondí- espérame aquí ya vuelvo- mientras Joe salía me acerque a Diego y me di cuenta de que estaba helado- ¡ Joe ven aquí rápido!-grite- ¡algo le pasa a Diego!- Joe vino lo más rápido que puedo y le toco la carótida, su cara se puso pálida y me miro con ojos llorosos -¡No!-grite-¡NO!-dije de nuevo con lágrimas en los ojos, Diego había muerto y apenas era el comienzo de la catástrofes que se nos venían encima.
Un viaje sin camino Por: Paul Vilchez Pellissier.
El sabor amargo, dulce, ácido y salado viajó con la saliva que lo empujó desde la garganta hasta el pasado y el presente. El viento suave, capaz de espantar a una mosca, apagó la poca luz que me ayudaba a reconocer a mi compañera y acompañantes. Ahora la única luz que veo son los bordes de una ventana que me mira, dividiéndose en dos caras y cuatro ojos, estoy exactamente al frente de ella, sentado sobre un tejido que en algún momento sirvió de abrigo, apoyando la espalda en la pared, con las piernas encogidas y la rodillas a la altura del mentón. Solo muevo los ojos para observar a la oscuridad, no hay más que observar que la oscuridad y esas dos caras que me siguen mirando.
Ha empezado la música, la música profunda, de cuerdas, vientos y gargantas, siento como la vida recorre mi cuerpo y baila a su ritmo, prefiero cerrar los ojos, no me servirá de mucho tenerlos abiertos en la oscuridad que abraza melodías y mareo.
Sigo sentado, pero no me veo sentado, veo algo, no sé que es, pero se me está acercando, ahora es más grande. Si muevo la cabeza hacia atrás, me alejo y si la muevo hacia adelante me acerco. Es como un cuadro perfectamente dibujado, con un hombre grande, nunca lo he visto, pero siento que lo conozco, ahora se puede mover y ha salido del cuadro para darme un mensaje, seguramente bueno. El hombre se va y todo se ilumina, el sol se ha prendido, ¿y qué pasa? ¿Estoy volando? Es en serio ¡estoy volando! Es algo con lo que siempre he soñado ¡siempre! y soy feliz al viajar por los bosques, deslizarme en el arcoíris y saludar a todo el planeta que ahora está en fiesta. Acompaña mi vuelo un felino, el corre, y con cada paso que da se hace mas grande, se sumerge en el mar y su rostro se hace parte del mundo que ahora gira a mi alrededor. Miro hacia arriba, el sol y la luna están de la mano y me sonríen. Mi vuelo disminuye, prefiero parar, soy grande y veo como hora la música proviene de los pueblos, que aman a la tierra, a la lluvia, al sol y a la luna. Viven felices y agradecidos de ellos que serian incapaces de hacerles daño. Acarician al planeta con sus actos. Aquí no hay lugar para divisiones, ni humanas ni terrenales, todas y todos importan y viven en constante armonía con el resto de las especies. La fiesta es interminable, pues hay suficientes motivos para celebrar y los comprendo.
La música baja su intensidad y hace que me sienta más tranquilo, pero no menos contento, la luz baja poco a poco y no veo otra cosa más que a mí mismo. Los débiles pies se juntan a la espalda, haciéndose mi cuerpo una enorme esfera que sirve de vida para muchos y muchas, me he convertido en el mundo y me siento muy bien sabiendo lo mucho que les puedo dar a mis habitantes, también estoy agradecido de ellos, no me hacen mal.
La música sigue bajando, ya no soy el mundo, solo soy yo, estoy tranquilo, ni feliz ni triste, solo estoy ahí. De pronto, como una película han aparecido personas que conozco muy bien ¡claro, son mi familia! Los veo pero me siento lejos de ellos y me miran fijamente, lo que me hace pensar que tal vez he desperdiciado tiempo sin decirles lo importantes que son para mí, estoy llorando y pienso que lo primero que haré al llegar al techo abrigado por ellos, es darles un fuerte abrazo y decirles el gran placer que siento teniéndolos.
Ahora estoy en otro lugar, me siento muy seguro y sé que pase largos días aquí, en esta casa grande y tibia, con mi gran compañero de aquellos momentos, mi primo, con él, la pintábamos y la borrábamos, la hacíamos volar y aterrizar a nuestra manera. Sin más herramienta que nuestras pequeñas manos y nuestra gran imaginación, libre, sin reglas, la niñez no tiene reglas. Seguramente en sus paredes se quedaron nuestros ruidos, nuestros juegos, nuestras risas y llantos. Fue esa casa testigo de esos largos, floridos y lindos días.
He vuelto al presente y otra vez estoy muy feliz, estoy en un lugar extraño, y no sé cómo he llegado aquí ni a todos los lugares en los que he estado, es inexplicable todo esto. Este lugar es inmenso, no tiene ni piso ni techo. Pero en la enormidad del lugar, al frente mío, esta ella, a la que esperé encontrar en este viaje, también me sonríe, mientras me acerco me da lugar en su pecho y la abrazo cerrando los ojos, aun así siento que es poco para decirle que mi amor es así de grande como este lugar sin límites. Nos tomamos de la mano y volamos juntos por el mundo. Es otro viaje a su lado, importante como todos los momentos con ella. La felicidad se demuestra en nuestro vuelo compartido, de risas, besos y cantos. Nuestro vuelo se hace más lento y paramos en un lugar que siempre hemos estado, la tierra, que tiene tanto que contarnos y tanto que llorarnos.
Lentamente abro los ojos y ya no estoy sentado, estoy echado sobre el mismo tejido, la ventana sigue ahí, pero ya no me mira. Me pregunto cómo esta mi compañera, quiero hablarle y abrazarla, pero todavía no puedo, estoy todavía mareado y creo que ella también.
Doy un fuerte y profundo suspiro y pienso en lo lindo de este viaje a mi interior y al pasado de todo.
El día en que Corim se salvó por Daniela Perez
Un día Moro estaba sentado en su jardín, pensando, cuando de repente sintió un fuerte dolor de cabeza y muchas imágenes se cruzaron por su mente; se veía él, de bebé con unas personas que no eran sus padres.
De pronto miró al cielo y vio a una estrella que se acercaba más y más hacia él, Moro se quedó quieto, sabía que nada malo le pasaría.
Una nave se estacionó en su jardín, ésta era inmensa pero sólo él podía verla; de pronto, una bella chica bajó de ella, Moro estaba admirado y sorprendido.
Era Anabella, una habitante del planeta Corim, ella venía a traerle un mensaje. Ambos entraron a la casa y sus padres los esperaban en la sala, se pararon y dijeron:
- Moro, hace 17 años tus padres, en Corim, nos pidieron que te cuidaramos, porque eres muy especial y había gente que quería hacerte daño.
Moro estaba sorprendido, pero muy dentro suyo sabía que él era especial.
De pronto, Anabella se paro y dijo:
-Tienes que tomar una desición, tu planeta Corim está en peligro y sólo tú tienes la fuerza para salvarnos. Si decides hacerlo no podrás regresar a la Tierra y nunca más verás a tus padres adoptivos.
El joven Moro se sentía muy confundido y en su cama antes de dormir reflexionó, ya que su destino le indicaba que debía regresar a Corim.
Al día siguiente, muy temprano, ambos jóvenes prepararon sus cosas y emprendieron el viaje. Ya en la nave, Moro le pidió a Anabella que le explicara bien el por qué de la destruccion de su planeta.
- Bueno, cuando tu naciste tus padres eran perseguidos porque eres descendiente de uno de los hombres más poderosos del planeta, quien era tu abuelo, él nos protegía. Tú serías el siguiente protector del planeta, yo soy la hija de los reyes Nakon y Asira, también tengo 17 años, yo quise luchar contra los Celias, ya que ellos son quienes desde hace muchos años buscan destruir nuestro planeta, mi padre sólo me permitiría luchar si primero te encontraba a ti para que seas mi protector.
Moro se sintió muy preocupado y con miedo, pero sabía que no podía mostrarlo delante de ella, el quería ser su héroe.
Al llegar a Corim, los reyes fueron los primeros en saludarlo, ellos estaban muy contentos por la llegada de su salvador. Moro comenzó a prepararse con los mejores luchadores de allí, pero una terrible noticia lo desmoralizó, sus pafres biológicos habían sido secuestrados por los Celias.
Él día de la batalla había llegado, Moro dirijía el ejército de Corimos y detrás de él iba la fuerte Anabella, ella estaba preparada para todo.
Vieron llegar a los Celias, mitad hombres mitad tigres y otros eran hombres con cabezas de toro. El joven luchador estaba preocupado, las únicas armas que tenía aparte de su fuerza era un surim, una especie de escopeta pero con el tamaño de una pistola y con un alcance de más de mil metros, también tenía un arco y una flecha roja que tenía un poderoso veneno.
Anabella se acercaba con sus gráciles pasos, pero en la lucha era otra, tenía un gran fuerza en sus piernas y llevaba también un arma que era el romar un pequeño rayo que confundía a los agresores así ella podía acercarse y golpearlos.
Tulim era otro de los hombres más fuertes de allí y le dijo a Moro:
-Hermano, la batalla será dura, sólo te pido que en ningún momento pierdas la fe, porque ése es el motor de nuestra lucha.
La batalla comenzó, Moro sentía que ni podría vencerlos eran muy fuertes, pero recordó las palabras de Tulim y se sintió fuerte de nuevo. Pasaron 6 horas, el pequeño héroe se sentía desfallecer; de pronto los Celias huían, sabían que si seguian ahí su especie se extinguiría.
Los Corimos ganaron la batalla. A lo lejos vieron dos sombras que se acercaban, eran los padres de Moro. Él corrió a abrazarlos y en ese momento pareció que nunca se hubiesen separado.
A la mañana siguiente, una gran fiesta esperaba a los héroes, todos comían y bebían alegres, el rey pidió la palabra:
-Habitantes de Corim, no tengo palabras para agradecerles a todos los luchadores, especialmente a Moro y Anabella quiénes mostraron gran valentía. Por esto cedo la mano de mi única y preciada hija a nuestro ilustre habitante.
Anabella estaba muy nerviosa, pero Moro la tomó de la mano y ambos se abrazaron, la celebración continuó.
Él le dijo:
- Me siento muy honrado de que me permitas tener tu corazón, desde el primer día en que te vi sabía que mi vida iba a cambiar y lo mejor es que este cambio sería junto a ti.
Ambos, temerosos, se acercaron y se unieron en un tierno y profundo beso, el cual sellaría su amor para siempre.
FIN
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