martes, 19 de abril de 2011

Campo de Dios por Gabriela Colina Jaeger


Hace más de 2000 años Parménides, un filósofo griego, seguía un camino que lo dirigía al Peloponeso, la tierra de los espartanos. Su intriga apareció cuando vio caer una esplendorosa luz del cielo. Le intento dar una explicación en su mente, donde los adelantos eran la ética platónica, la rueda y el acero, no la encontró. Caminó hacia el lugar donde había caído esa luz y lo que observó fue algo que lo dejó impresionado, perplejo: era una mujer desnuda, pero cubierta de su hermosura, débil, pero con la suavidad de su piel que la protegía; era como ver a un ángel.
Abrió los ojos después de parpadear cinco veces y es que en Grecia, una mujer no era vista con continuidad por las calles porque, para los griegos, que sean vistas por otros era como un símbolo de provocación femenina, es decir, aquellas que eran vistas por la calle sin su marido eran consideradas prostitutas. Aquel hombre no salía de su asombro, cuando un grupo de hombres gigantes con algo blanco es su espalda venían del cielo. El hombre creía que los dioses habían venido a recoger a Afrodita porque solo una diosa era comparable con su belleza.
Estos eran corpulentos, y tenían algo que inspiraba respeto y hasta temor. Esos sujetos, tenían dos enormes alas que debían medir tres metros de largo. El filósofo, que buscaba idealizar la vida y vivirla de manera honorable, se encontraba perplejo y anonadado al ver a sus dioses frente a él. De pronto los pies de estos inmensos sujetos tocaron el suelo y observaron al viajero, giraron la cabeza hacia la mujer y abrieron la boca con la intención de hablar pero lo que se escucho fue estruendo tal que el mundo se entristeció. Sin embargo, al parecer, la mujer escucho como si un bebe escuchara cantar a su madre. Ella se levantó y mirando al filósofo, el transmitió imágenes de dos guerras: las médicas y la del Peloponeso. Dios mío, ni siquiera yo tengo la más mínima idea de cómo pudo crear una imagen en la mente del filósofo. Este, asombrado por tal acto se desmayo. Aquellos ángeles, o más bien arcángeles, no eran más ni menos que Gabriel y Miguel quienes habían venido a llevarse a esta mujer. Finalmente, la tomaron del brazo y alzaron vuelo. Al poco rato habían desaparecido en las nubes.

Ya era de día cuando Niriel un joven peruano de familia migrante griega se levantó a correr por el malecón. Escuchaba en su iPod una emisora local. Se interesó por la noticia del descubrimiento de unos antiguos rollos que tenían 2000 años de antigüedad donde se narraba las historias de las guerras médicas y la del Peloponeso, lo extraño es que al parecer estos rollos habrían sido escritos antes de que sucedieran las guerras. A Niriel le pareció una broma de algún periodista griego que le quería la cara a los “sonsos” de los peruanos. Llegó hasta Magdalena, había corrido casi dos horas. Era extraño que no hubiera carros, podría decirse que era el único ser vivo en esa zona, salvo las gaviotas en el mar. De pronto, un sonido estrepitoso inundó su mente y enloqueció por diez segundos su centrado juicio. No podía evitarlo, era incontrolable, quería golpearse la cabeza, quería saber qué era ese ruido pero a penas y podía emitir pensamientos. Y luego de eses sufrimiento, una voz le habló al oído y le dijo dos cosas: “corre y aléjate de donde estas” y “estoy por llegar, me debes ayudar”. No entendió pero obedeció, apabullado por el temblor de sus piernas, reflejo del miedo que sentía, tropezaba con piedras, mientras se dirigía a su hogar.
Cuando llegó a casa corrió a su cuarto, cerró la puerta con llave y se metió bajo las colchas, esperaba un gran estruendo, un temblor, un incendio pero no pasó nada esperó mucho rato, no sintió ni una mosca, no había nada fuera de lugar, repitió una y otra vez en su cabeza- ¿Dónde estás?- por si la voz volvía, no escuchó nada por un tiempo pero él repitió la frase hasta que la luz del sol desapareció de su cuarto y todo se tornó oscuro, no vivía con nadie así que nadie lo podría ayudar, por ello él aun asustado decidió salir, cuando empezaba a moverse escucho un sonido, cayó de nuevo bajo las colchas y busco el origen de eso sonido dentro de su mente, pero descubrió que el sonido venía de algún lugar dentro de su habitación, se sintió rodeado, quiso enfrentar de una vez y terminar con todo no podría vivir ahí por siempre, salió de la cama y entre la oscuridad notó una silueta sentada en un mueble frente a su cama, prendió al luz y sorprendido por la majestuosidad, cayó al suelo pensando … es un ángel.
Al despertar todo permanecía en orden, pero al recordar que pasó volteó bruscamente la vista contra el mueble y encontró a la bella mujer desnuca que le provocó un desmayo, la miró espantado pero la mujer lo miraba fijamente, sin mover ni un músculo, él pensó que hace una mujer tan bella desnuda entrando en mi cuarto, debe ser un demonio que viene a tentarme, escuchó entonces, ¡Yo no soy un demonio! Yo sólo quiero protegerlos. Niriel respondió proteger a quién y entonces horrorizado se dio cuenta que aquella mujer era quien hablaba en su cabeza y peor aún sabía lo que él pensaba, él pregunto qué haces en mi mente ¿estoy loco?, ¿Por qué no me hablas?, Ella respondió - si hablara entristecería al mundo con mi voz, pues los humanos sólo escuchan estruendo con la voz de un ángel, no saben oír con el corazón.
Niriel quedo quedó muy asustado con lo que escuchó, ¿Un ángel?, si eres un ángel que haces acá conmigo, El ángel respondió, soy el ángel Luciana, hace más de 2000 años mi madre vino a la tierra para intentar salvarlos, pero cuando intentamos hablar con Parménides y mostrarle el futuro Gabriel y Miguel se interpusieron y mi madre no pudo explicar las imágenes que le mostramos a Parménides, nunca más pudo volver a la tierra y perdió el respeto de los demás.
¿Quién es Parménides?, preguntó sobresaltado Niriel, Luciana sonrió y con un toque en la palma de la mano le mostró lo que Parménides vio hace 2000 años y lo que le faltó ver también.
Niriel, volvió sobre saltado de su vistazo al horror del pasado presente y futuro de la tierra; cómo los humanos se harían eso a sí mismos; después de salir de su asombro interior, se dio cuenta que Luciana permanecía desnuda frente suyo, rápidamente buscó una camiseta larga y un short se los lanzo a Luciana y dijo siento no habértelo dado antes, Luciana se puso la ropa y le dijo no hay problema con la desnudez por mí, pero lo haré igual por ti.
Bajaron las gradas, hacia la cocina pues Niriel deseaba comer, preparó un sándwich y le ofreció otro a Luciana, ella lo aceptó. Él empezó a preguntar por el cielo, y Luciana contestaba intentando sorprenderlo, ambos sintieron una gran unión, Luciana aunque no lo mostraba estaba muy inquita porque en cualquier momento Gabriel y Miguel podrían llegar a atacarla, cuando Luciana decidió ir a la tierra aceptó perder lugar en el cielo, se convirtió en un ángel caído, ya no era digna de ser un ser divino, y por lo tanto nadie la protegería de la fuerza de los arcángeles.
Niriel, al darse cuenta de lo anormal de la situación, pregunto qué tengo que ver yo en este asunto, el ángel le respondió acaso no sabes quién eres tú o quien es tu familia, tu eres parte de una familia casi divina, fueron reconocidos por los arcángeles de hace miles de años pero tú en particular estas marcado ¿O ni siquiera sabes que significa tu nombre? Al notar la cara de duda de Niriel respondió ella, tu nombre significa Campos de Dios, y eso es lo que harás en la tierra lograrás que el campo de Dios vuelva.
Se escuchó un sonido eterno, como si no existiera ningún ser más en la tierra, Luciana empujó a Niriel y le diciendo – llegaron, corre- levanto en peso a Niriel, dio un salto a la par que extendía sus alas y voló, Niriel gritaba desesperado -¿qué pasa?, explícame-
Después de casi una hora de vuelo Luciana bajo a la tierra y cayó rendida al piso, lo último que alcanzó a decir fue escóndenos.
Niriel espantado levantó al ángel, sintiendo que pesaba en realidad como una pluma, fue bajo un bosque muy oscuro y rodeando al silueta de Luciana con hojas secas, cayó rendido a su lado.
Cuando ella despertó, encontró a Niriel a su lado protegiéndola, y mirándolo dijo- sé que tú lo lograrás- Niriel al escuchar el ruido también despertó y ambos se vieron reflejados en los ojos del otro. Entonces, un gran ruido destruyo la paz del lugar y Luciana sé coloco delante de Niriel, y dos grandes seres, se apoderaron del escenario cuando dieron otro grito, que Niriel casi no soporta, Luciana también gritó y entonces los arcángeles corrieron hacia ella y de un jalón la levantaron del suelo, para llevarla a ser castigada por su desacato, Niriel reaccionó después del grito, y salto hacia las alas de su ángel, entonces los cuatro desaparecieron de la tierra y el bosque regresó a su quietud original.
En el cielo, todos esperaban a Luciana para castigarla, pues estaba interfiriendo en el ciclo de la tierra, los humanos se mataban solos, y nadie debía evitarlo si eso era lo que ellos querían; la sorpresa de todos los seres fue peor de lo que esperaban al encontrar a otro ser sucio junto a Luciana, Niriel llegó al cielo con Luciana, Gabriel y Miguel, ninguno de los seres presentes se parecía a Luciana, todos mostraban en su rostro seriedad y algo de enojo, Niriel supo que ésta era la corte de arcángeles y que ningún ángel podría estar presente, pues en su condición más cercana a los humanos estarían todos de acuerdo con ella.
Todos miraban a Niriel, Luciana volteó a verlo y mostro su asombro también, pero rápidamente le dijo todo va estar bien no temas, esta vez usando sus labios para ello, pues en el cielo no existen los límites materiales del hombre, y Niriel ya podría entender los gritos de todos como simples voces.
Gabriel y Miguel empezaron a acusar a Luciana de interferir en las decisiones y vida de los humanos, de manipularlos y entregarles información que claramente podría alterar la psiquis y el orden terrenal, entonces los ángeles entraron al gran salón acompañados de una luz inmensa que se erguía en techo de la habitación, todos callaron y sólo se escuchó una voz muy poderosa y suave a la vez que decía, veo que al fin un humano volvió con nosotros.
Niriel estaba espantado, no sabía si quedarse ahí o correr, escuchó entonces tranquilo hijo solo quiero lo mejor, la voz logró tranquilizarlo, y resonando de nuevo dijo será mejor que permanezcas afuera con los ángeles Lucia también ira contigo, los ángeles se le acercaron y ayudándolos a salir, todos ellos se retiraron, Luciana ya afuera dijo espero que Dios me entienda, no quiero hacer daño, Niriel al abrazó y los ángeles los rodearon para escuchar su aventura.
Después de una larga conversación las puertas se abrieron, los ángeles acompañaron a Niriel y Luciana hasta adentro y salieron, las puertas nuevamente se cerraron y un gran voz esta vez cargada de emotividad, dijo: Luciana tu valentía, no podría ser castigada tu sólo quisiste ayudar a los humanos, y aunque por ello rompiste nuestras leyes de interferir en la vida y decisiones humanas, interpretamos que sólo brindaste información como advertencia, aun así no podrías seguir con nosotros pues nos fallaste al no consultarnos y planear todo tu sola, y sé también que ya no podrías vivir aquí, tu naturaleza de ángel te da la oportunidad de sentir como los humanos, él hombre que te acompañó hasta acá es muy especial para ti lo siento en el corazón de ambos y sé que ambos sólo serán felices juntos; así que, tú y Niriel vivirán desde hoy en el lugar que tanto defendieron, tendrán la oportunidad de cambiar todo en el mundo, y como cualquiera de mis hijos yo los apoyaré, les daré las herramientas que sean necesarias para que sean felices, pero nada es fácil deberán esforzarse, Luciana eres mi hija y prepararé todo para ti.
Luciana preguntó por el futuro del mundo, y respondió yo no puedo interferir, eso no sería justo pero no los desamparare apoyare a quien aún acuda a mí y no a la violencia, ustedes también tendrán la oportunidad de cambiar el mundo como cada uno de los humanos que están ahí.
Luciana y Niriel se abrazaron y despertaron en el camino donde empezó todo, Luciana ya era humana, ahora tenían que luchar como cualquier otro, pero junto a ellos aparecía un sendero que indicaba su nuevo camino, Dios no los abandonaría.

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