martes, 19 de abril de 2011
UN LUGAR por Juan Martin Velasquez
Conocí a Pablo un chico, por una buena amiga, era de buenos modales y buenos sentimientos, pero muchas veces lo notaba cabizbajo, solo y tan distante cierta vez me confesó que sentía que no encajaba en la sociedad; sin embargo otras veces lo veia firme en sus convicciones y decisiones; decidido a luchar por un lugar en su familia, amigos, y en cada persona que tuviese algún vínculo social con él.
En su largo recorrido y lucha por un lugar en la sociedad, llegó a su vida una persona muy especial, alguien con quien compartiría muchos momentos en esa difícil lucha.
Desde entonces se empezó a sentir algo diferente; sentía muchas más ganas de seguir, de luchar, de vivir; Pablo había encontrado al fin la fuerza para enfrentarse al mundo, para su aceptación y para la aceptación de esa persona.
Empezaron a salir, un día Pablo la presentó a sus amigos más cercanos, esos que sin reprocharle nada, habían sabido siempre aceptar su mundo; a pesar de todo ello el rostro de sus amigos dejó entrever un cierto asombro, cuando me la presentó me alegre tanto como él, sentía que la vida de pablo estaba a punto de cambiar.
Una noche, en el cumpleaños de nuestras amigas, Pablo llegó con su personita especial; de pronto ya adentro y sin poder de retorno vio que sus padres estaban allí, en realidad era lógico, los padres nuestra amiga eran muy amigos de sus padres, quedó paralizado por un momento lo mismo su acompañante y el resto de personas que allí estaban, había llegado el momento de enfrentarse a la realidad y a toda esa gente, pero esta vez no estaba solo, estaba junto a esa persona tan especial, por un momento no quiso dar ni un solo movimiento pero una voz lo sacó de ese estado, era la voz de su amiga , ella la dueña del santo lo invitó a pasar amablemente y ellos accedieron temerosos, en todo momento ocultó la mirada de sus padres, más aun de su padre. Sus amigos los apoyaban sin embargo, y no se separaron de ellos en toda la noche.
Pablo estaba nervioso y empezó a beber mucho, poco rato después todos empezaron a hacerlo; de pronto un beso poco usual capturó la mirada de los padres de pablo que al principio ya se habían mostrado un poco desconcertados. Pablo debió haber sentido que lo observaban porque desesperado volteo la mirada… su padre venia hacia él, lo jaló del brazo bruscamente, e intentó llevárselo a la fuerza, pero su persona especial se puso delante del desapacible padre y lo detuvo, la fuerza que utilizó no fue física, solo bastó una mirada para que aquel padre soltara el brazo de su hijo… la mirada de aquel ser era dulcemente segura y firme. Al poco rato los vi salir juntos, sabía que nadie los detendría, pablo caminaba zigzagueante pero la mano de su persona especial equilibraba su senda. Los noté voltear la esquina, abrazados, e iluminados casi divinamente por la luz de la luna.
El día comenzó para nosotros cuando el sol ya centraba su asiento, despertamos con secuelas aun del día anterior. Oí bullicios en la sala, salí a ver con los ojos aun entreabiertos. Escuché una voz femenina llorar imparablemente, me quede tras la puerta a escuchar de alguna forma lo que pasaba. Era ella con una carta de despido. Los padres de Pablo se habían quedado sin empleada por culpa del amor prohibido entre dos sociedades distintas pero unidas por un sentimiento.
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