lunes, 18 de abril de 2011
Un Corazón Para Vivir por Maria Angela Zevallos
Fue alguna vez un rey, en un pueblo recóndito en Marruecos. El rey Tarkan era un rey privilegiado, el más rico en todo Marruecos. Desde su infancia conocía muy de cerca las riquezas y el placer de vivir holgadamente. El rey era hijo único así que el día que murieron sus padres cuando el era joven se quedo completamente solo, todo lo material abundaba en su enorme palacio y la soledad se apoderó de su corazón, reverberaba en él, el ansia de conocer alguna vez lo que es la compañía sincera, el dinero y las riquezas no lo llenaban, por el contrario, habían hecho de él el hombre más insatisfecho del mundo.
El rey Tarkan, heredo toda la fortuna de sus padres, por supuesto, el trono. Cuando llegó a ser adulto tuvo, a los 25 años, su primera esposa. Said era bella tenía un rostro precioso, de piel trigueña y unos ojos perfectamente rasgados del color de una jade. Tarkan quedo fascinado con su mirada seductora en el ocaso de aquella tarde en la que se comprometieron. Llevaron dos años de feliz matrimonio, pero Tarkan había descubierto que por ella solo sentía pasión, y a ella no le importaba más que las joyas y los viajes como esposa del rey. Al termino de esos dos años, Tarkan conoció a Mustapha, ella era muy joven pues tan solo tenía 16 años cuando contrajeron nupcias, Mustapha por su inmadurez no podía compartir muchas cosas con el rey, como por ejemple los sueños que tenia Tarkan. El rey disfrutaba mucho de su compañía, puesto que era una joven muy amena, le gustaba bailar para el y sabia preparar los platillos que tanto le encantaban. Ya era hora en la que el rey quería un hijo, un heredero. Era uno de sus sueños más grandes.
Mustapha le dio la gran noticia una tarde en uno de los tantos inmensos jardines del palacio del rey. El rey Tarkan estaba fascinado con la noticia, le parecía un sueño y esa noche dio una gran fiesta en el palacio para celebrar que sería padre. Sin uno poder dejar de ser parte de los sinsabores de la vida, Mustapha una mañana había salido a pasear en camello, cuando repentinamente el camello embraveció y empezó a correr tan rápido que voto a Mustapha al piso, dejándola completamente inconsciente. El rey Tarkan, desesperado, buscó a los mejores médicos sin importarle lo que pagaría para que atiendan a Mustapha, todo intento fue inútil, ella perdió al bebe y como consecuencia del accidente y por lo joven que era ella su cuerpo había quedado tan débil que no podría volver a concebir un hijo.
Al rey Tarkan le costó mucho tiempo recuperarse y asimilar este trago amargo. Se preguntaba una y otra vez porque la vida se empeñaba en robarle esos momentos de felicidad que parecían ser tan solo chispitas de luz que desaparecían cuando él las quería ver realizarse. Después de mucho tiempo quiso volver a intentar se padre, esta vez con la hermosa Said. Le pidió que quería tener una niña con ojos tan bellos como ella. Said, rompió en llantos al escuchar la petición del rey, el rey asustado le pregunto el porqué de su llanto y ella confeso que no podía pues se había enamorado perdidamente de un empleado del palacio y que le habría hecho infiel con el tantas veces como pudo. En ese momento el rey se vio plagado de confusos sentimientos. En marruecos no es digno que ninguna mujer le haga esto a su esposo, y mucho menos si se trataba del rey. El castigo que ella tendría era espeluznante, el rey Tarkan se apiado de ella y la dejo escapar.
Al pasar los años el rey se hundió en una inmensa soledad que se convirtió en su sombra, pensó que su corazón ya estaría hecho de piedra. Sentía que las enormes paredes de su palacio lo aplastaban, le parecía que la vida le pedía demasiado al tener que esperar el día en el que en su muerte encuentre la libertad. Era un rey desdichado.
Un día el rey cayó enfermo, muy enfermo y todo el pueblo estaba preocupado por él. El rey que con crueldad hacia el mismo esperaba ese momento, solo quería dejar que pasara el tiempo. Mustapha entró a su habitación una noche y le rogo que viera a un doctor. Que la vida no tenia por que acabarse para él, le hablo de nuevos planes a futuro y le aconsejo inclusive que se diera una oportunidad, por qué no, en el amor. El rey Tarkan le hizo caso, pero este ya sentía haber perdido por completo las esperanzas.
El doctor le diagnostico un mal incurable en el corazón, solo podría salvarse si alguien le donaría un corazón. Mustapha se preocupo en darle ánimos y se encargo de anunciar ante el pueblo que la persona que tenga la valentía de donar su corazón a su majestad, su familia seria recompensada con una fortuna. Paso un mes y no apareció ningún donador.
Un domingo, de mañana soleada en el que la naturaleza que rodeaba al rey en su alberca parecía sonreírle, el rey se encontró con ganas de caminar un poco por los alrededores de su majestuoso palacio. Iba caminando tranquilamente, sintiendo como el frio y suave aire rosaba sus mejillas, cuando al parar frente a uno de los tantos callejones de su palacio el rey vio a una persona cubierta por completo con un manto largo y negro. El rey con voz clara y firme preguntó: ¿Quién está ahí? La persona volteo temerosa, y poco a poco levanto la mirada hacia el rey.
Era esa la mirada la que invadió de paz al rey, unos ojos caramelo de mirada intensa y a la vez delicada, que por un segundo saco de contexto al rey. Vengo porque sé que necesitas mi corazón, dijo la suave voz de la mujer. El rey se sorprendió y le dijo: siendo tu tan joven y con una vida por delante serias capaz de darme tu corazón? Ella le contestó: soy una persona con mucha suerte, porque a pesar de mi pobreza estoy segura de haber vivido a pleno muchas cosas que, veo en tu mirada, no has vivido y no ha podido disfrutar. Mis padres han trabajado toda su vida por hacerme un persona feliz y darme siempre lo mejor a pesar de las ‘’limitaciones de dinero’’, mis padres me, adoptaron cuando yo era un bebe y me dieron lo mejor y ahora que ellos ya descansan ¿Por qué no puedo yo darle algo a alguien a cambio de todo lo que me ha dado la vida? La vida me dio la voz, me permitió escuchar me dio la marcha de mis pies cansados, y he venido aquí su majestad a darle un poco de esa parte que se llama ‘’vivir’’.
El rey quedo perplejo con las palabras de aquella mujer, sintió que se le lleno por completo el alma, algo que no había sentido hace mucho, o quizá nunca. ¿Cómo te llamas? Dijo el rey. Me llamo Hassan su majestad, contesto la mujer. Hassan, me gustaría que me enseñes a vivir antes de entregarme tu corazón, quiero que veas si soy una persona digna de merecérmelo.
Hassan aceptó la propuesta del rey. Aquella semana el rey aprendió a reír, a caminar, a comer, a saborear, a escuchar a toda la gente, incluso a sus empleados, aprendió a percibir los aromas de naturaleza, aprendió lo que era sentir en sus manos el plumaje de un ave llena de libertad, a sentir las hojas de los arboles. Esa semana el rey se olvidó de la realeza, se mezclo con el pueblo y fue muy feliz. Conoció el amor con Hassan, se dio cuenta que había conocido el amor de su vida. Los dos se llegaron a querer tanto, que parecía magia, eran dos cuerpos libres en el aire.
Al séptimo día el rey Tarkan estaba recostado entre los brazos de Hassan, y le dijo: Gracias por enseñarme a vivir, gracias por enseñarme a amar. Hoy se cumplen 7 días y quiero que sepas que tu corazón ya es mío, me lo acabas de entregar. Diciendo estas palabras el rey cerro sus ojos profundamente, con una sonrisa plasmada en su rostro, que parecía infinita y ahí quedo para siempre agradecido de haber vivido.
María Angela Zevallos
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